Cacerías y ojeos de perdiz roja

La cacería es una de las actividades más antiguas realizadas por el hombre, siendo hoy una afición muy extendida en nuestro país. Y aunque existen infinidad de modalidades, hoy en concreto queremos destacar la caza de perdiz que se lleva a cabo mediante la modalidad de ojeos, englobada dentro de las técnicas de caza menor.

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Este tipo de cacerías consisten en la colocación de puestos de cazadores en una zona extensa, poniéndose al otro extremo los ojeadores (personas provistas con pañuelos y palos) cuya misión es hacer ruido para asustar a los animales. Gracias al sonido de una cometa, los ojeadores empiezan a  ir hacia los cazadores, haciendo que las perdices se vayan volando en dirección contraria. De esta forma, los cazadores solamente tienen que estar atentos al momento en el que pasen las aves para poder abatirlas. El ojeo termina cuando ojeadores y cazadores se encuentran. Es entonces cuando se realiza el recuento de las piezas para que los dueños del coto puedan llevar un control de las especies.

Para conseguir mejores resultados y no ser avistados por las aves, los cazadores suelen  ocultarse. Además, por lo general van acompañados de una persona que se ocupa de recargar la escopeta y de recoger las piezas abatidas. Por su parte, los ojeadores suelen vestir con colores fluorescentes para ser vistos por los cazadores y evitar así posibles accidentes. De hecho cuando son vistos, los cazadores deben dejar de disparar.

Esta modalidad de caza suele realizarse para las cacerías de perdiz roja en grandes cotos, normalmente privados y gestionados por propietarios particulares. El único inconveniente es que solamente puede llevarse a cabo dos veces por coto, ya que es necesario dar tiempo a las aves para que se reproduzcan y se evite la desaparición de la misma.