La caza menor en Castilla La Mancha contribuye a la conservación de las aves

En la actualidad, la actividad cinegética tiene una gran relevancia en la comunidad de Castilla La Mancha. Y no solamente porque tiene un gran peso como actividad deportiva y de ocio, sino porque también genera actividad empresarial y tiene una enorme influencia en el sector socioeconómico de la comunidad. Según datos de la Administración, la caza genera más de 6.500 puestos de trabajo fijos cada año entre trabajadores fijos, crianza y aprovechamiento de especies para la caza. Una actividad que produce nada menos que 600 millones de euros anuales.

caza menor

La superficie destinada a esta actividad en Castilla La Mancha ocupa una superficie de más de 7 millones de hectáreas, de las que aproximadamente 4 millones estás dedicadas a la caza menor y 3 millones a la caza mayor. En cuanto al número de piezas, cada año se cobran 93.000 piezas de caza mayor destacando el venado y el jabalí, y 5.800.000 piezas de caza menor entre las que destacan las perdices y los zorzales en un porcentaje muy significativo, seguidas por el conejo, la liebre y la paloma torcaz.

Pero además, según un reciente estudio realizado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro de investigación multidisciplinar que depende de la universidad de Castilla La Mancha (UCLM), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en colaboración con investigadores portugueses del Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (CIBIO) y la consultora ERENA, se ha demostrado que la diversidad y la abundancia de diversos grupos de aves es muy parecido entre las zonas dirigidas a la caza menor y las que no. Es más, en algunas zonas manejadas por la caza la abundancia de algunos grupos incluso era mayor.

De ello se deduce que las acciones llevadas a cabo para mejorar las poblaciones de caza menor en provincias como Cuenca, Toledo, Albacete o Ciudad Real, no ejercen ningún impacto negativo en la diversidad de aves agrícolas, sino que además pueden resultar beneficiosas en muchos casos.

En el estudio también se demostró que la abundancia y diversidad de las aves de caza menor tiene más que ver con el tipo de hábitat. Así por ejemplo, el aumento de la actividad agrícola en los últimos años ha sido la principal causante de la degradación y fragmentación de los espacios naturales habitados por las aves. Los cultivos intensivos y los campos abandonados o especies alóctonas introducidas que compiten con las autóctonas resultan muy perjudiciales para la conservación de ciertas poblaciones de aves en la zona. Motivo por el porcentaje de perdiz roja ha descendido de manera significativa, especie hacia la que van dirigidas la mayoría de las medidas de gestión.

Con lo cual, los resultados sugieren que las acciones llevadas a cabo para mejorar la calidad de los hábitats en cotos agrícolas de caza menor favorecerían también a otras muchas especies, algunas de ella con un interés especial para la conservación.

Así pues, los investigadores creen que la caza menor podría ser una herramienta muy útil de cara a la conservación de aves asociadas a medios agrícolas, especialmente si la gestión se basa en el manejo del hábitat para favorecer las especies cinegéticas, incluyéndose además otras medidas de gestión moderadas. Lo cual resulta de especial importancia, ya que las aves son esenciales para lograr el equilibrio de los ecosistemas

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